¿Cómo convivir con una persona con discapacidad?
1. Ayúdame a comprender. Organiza mi mundo y
facilítame que anticipe lo que va a suceder. Dame orden, estructura, y no caos.
2. No te angusties conmigo,
porque me angustio.
Respeta mi ritmo. Siempre podrás relacionarte conmigo si comprendes mis
necesidades y mi modo especial de entender la realidad. No te deprimas, lo
normal es que avance y me desarrolle cada vez más.
3. No me hables demasiado, ni
demasiado deprisa.
Las palabras son “aire” que no pesa para ti, pero pueden ser una carga muy
pesada para mí. Muchas veces no son la mejor manera de relacionarte conmigo.
4. Como otros niños, como otros
adultos, necesito compartir el placer y me gusta hacer las cosas bien, aunque
no siempre lo consiga.
Hazme saber, de algún modo, cuándo he hecho las cosas bien y ayúdame a hacerlas
sin fallos. Cuando tengo demasiados fallos me sucede lo que a ti: me irrito y
termino por negarme a hacer las cosas.
5. Necesito más orden del que tú
necesitas, más predelictibidad en el medio que la que tú requieres. Tenemos que negociar mis
rituales para convivir.
6. Me resulta difícil comprender
el sentido de muchas de las cosas que me piden que haga. Ayúdame a entenderlo. Trata
de pedirme cosas que puedan tener un sentido concreto y descifrable para mí. No
permitas que me aburra o permanezca inactivo.
7. No me invadas excesivamente. A veces, las personas sois
demasiado imprevisibles, demasiado ruidosas, demasiado estimulantes. Respeta
las distancias que necesito, pero sin dejarme solo.
8. Lo que hago no es contra ti. Cuando tengo una rabieta o
me golpeo, si destruyo algo o me muevo en exceso, cuando me es difícil atender
o hacer lo que me pides, no estoy tratando de hacerte daño. Ya que tengo un
problema de intenciones, no me atribuyas malas intenciones!
9. Mi desarrollo no es absurdo,
aunque no sea fácil de entender.
Tiene su propia lógica y muchas de las conductas que llamáis “alteradas” son
formas de enfrentar el mundo desde mi especial forma de ser y percibir. Haz un
esfuerzo por comprenderme.
10. Las otras personas sois demasiado
complicadas. Mi mundo no es complejo y cerrado, sino simple. Aunque te
parezca extraño lo que te digo, mi mundo es tan abierto, tan sin tapujos ni
mentiras, tan ingenuamente expuesto a los demás, que resulta difícil penetrar
en él. No vivo en una “fortaleza vacía”, sino en una llanura tan abierta que
puede parecer inaccesible. Tengo mucha menos complicación que las personas que
os consideráis como normales.
11. No me pidas siempre las mismas cosas ni me
exijas las mismas rutinas.
No tienes que hacerte tú discapacitado para ayudarme. El discapacitado soy yo,
no tú!
13. Merece la pena vivir conmigo. Puedo
darte tantas satisfacciones como otras personas, aunque no sean las mismas.
Puede llegar un momento en tu vida en que yo, que soy discapacitado, sea tu
mayor y mejor compañía.
14. No me agredas químicamente. Si te han
dicho que tengo que tomar una medicación, procura que sea revisada periódicamente
por el especialista.
15. Ni mis padres ni yo tenemos la culpa de lo
que me pasa. Tampoco la tienen los profesionales que me ayudan. No sirve de
nada que os culpéis unos a otros. A veces, mis reacciones y conductas pueden
ser difíciles de comprender o afrontar, pero no es por culpa de nadie. La idea
de “culpa” no produce más que sufrimiento en relación con mi problema.
16. No me pidas constantemente cosas por encima
de lo que soy capaz de hacer. Pero pídeme lo que puedo hacer. Dame ayuda
para ser más autónomo, para comprender mejor, pero no me des ayuda de más.
17. No tienes que cambiar completamente tu vida
por el hecho de vivir con una persona con discapacidad. A mí no me sirve de
nada que tú estés mal, que te encierres y te deprimas. Necesito estabilidad y bienestar
emocional a mi alrededor para estar mejor. Piensa que tu pareja tampoco tiene
culpa de lo que me pasa.
18. Ayúdame con naturalidad, sin convertirlo en
una obsesión. Para poder ayudarme, tienes que tener tus momentos en que
reposas o te dedicas a tus propias actividades. Acércate a mí, no te vayas,
pero no te sientas como sometido a un peso insoportable. En mi vida, he tenido
momentos malos, pero puedo estar cada vez mejor.
19. Acéptame como soy. No condiciones tu
aceptación a que deje de ser discapacitado. Sé optimista sin hacerte “novelas”.
Mi situación normalmente mejora, aunque por ahora no tenga curación.
20. Aunque me sea difícil comunicarme o no
comprenda las sutilezas sociales, tengo incluso algunas ventajas en comparación
con los que os decís “normales”. Me cuesta comunicarme, pero no suelo
engañar. No comprendo las sutilezas sociales, pero tampoco participo de las
dobles intenciones o los sentimientos peligrosos tan frecuentes en la vida
social. Mi vida puede ser satisfactoria si es simple, ordenada y tranquila. Si
no se me pide constantemente y sólo aquello que más me cuesta. Ser
discapacitado es un modo de ser, aunque no sea el “normal”. Mi vida como
discapacitado puede ser tan feliz y satisfactoria como la tuya. En esas vidas,
podemos llegar a encontrarnos y compartir muchas experiencias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario